Gener 2021
Hace ya unos días que Marta nos dejó. Desde entonces, decenas de emociones, sentimientos y pensamientos se han ido sucediendo, en un abanico que ha abarcado sorpresa, incredulidad, rabia, impotencia,
tristeza y resignación. Mucho se puede decir sobre Marta y su partida, pero es difícil no caer en tópicos. Muchas palabras ya han sido dichas y escritas, muchas sollozadas, pero ninguna disfraza la certeza de que Marta se fue demasiado pronto.
Marta era vital, alegre. Trabajadora y empática. Firme en sus convicciones, pero flexible y comprensiva hacia las de los demás. Era un cargo público ejemplar en cuanto a dedicación y estima por su ciudad. Fue una gran pareja, hija y hermana. Fue una excelente amiga. Tenía una prometedora vida por delante, pero quedó truncada esa fría mañana de un lunes de diciembre.
Marta tuvo una despedida acorde a como fue en vida. Discreta, sentida, emotiva. La capilla ardiente en el ayuntamiento fue testigo de la estima que Marta generaba. Centenares de personas, mil quizás, de El Prat y de fuera, acudieron a rendir homenaje a una mujer que fue, ante todo, una gran persona.
La familia socialista (el grupo municipal, la agrupación local, los estamentos del partido) no tiene sino palabras de agradecimiento hacia todas las personas que se acercaron a despedir a Marta y a dar aliento a sus allegados. Conociéndola, se habría sonrojado por despertar tanta atención. Muchas gracias.
Supongo que la mejor manera de honrar el recuerdo de Marta es tenerlo presente. Recordarla tal como era. Tal como la conocí, porque el tiempo no le hizo dejar de ser ella. Marta, mi amiga Marta.
Juan Pedro Pérez Castro
@PerezJP_