divendres, 5 maig, 2017 - 17:30
A Messi le llaman Dios porque hace tiempo que se agotaron los adjetivos para describirlo. Con Mishima pasa lo mismo, es difícil aportar algún dato o reflexión que no se haya hecho ya. No hay palabras que puedan transmitir la belleza de un gol del argentino, como tampoco las hay para explicar las hermosas sensaciones que contagia la banda. Solo nos queda disfrutar de ellos, y eso es lo que hizo el público en su concierto del pasado jueves.
Tras una semana ensayando y conviviendo en las instalaciones de La Capsa, como si se tratara de un stage de pretemporada futbolística, Mishima presentaba algunos de sus nuevos temas ante sus incondicionales, sirviendo la actuación como banco de pruebas para la inminente gira de presentación de su próximo disco “Ara i res”.
La banda de David Carabén no defraudó. El líder del grupo sedujo a la sala con su encanto habitual, convenció con su abundante oferta de grandes himnos contemporáneos e introdujo las nuevas canciones, que encajaron como un guante en el set list. El público entregado se rindió al conjunto de la misma manera que los aficionados del Barça enloquecen con cada gol de Messi.
Y si el futbolista ha dominado su escena con autoridad durante los últimos diez años sin que nadie le haga sombra, lo mismo ocurre con Mishima que ha llevado al pop en catalán a un nivel impensable hace una década, transcendiendo fuera de Cataluña, convirtiendo la barrera idiomática en una mera anécdota… y solo Dios (o Messi) saben la falta que eso hacía.
Celebremos todo lo que han conseguido ya, y todo lo que les queda por regalarnos. Así que “posa més gin David” y brindemos porque Mishima nos dé muchas noches como ésta.
Raúl Represa
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