divendres, 26 octubre, 2018 - 17:30
Crònica per Luis J. Higueras
Foto per Toni Filmmaker
Hoy, 20 de octubre de 2018 es un sábado de revelaciones. La Capsa vuelve a
programar una noche de metal y una oleada de excitación moviliza la tribu hacia la
caja de resonancia. Decade of Aggression, cabeza de cartel y grupo de versiones de
Slayer juega en casa, porque uno de sus guitarras, José (a) Metalito, ha hecho de
maestro de ceremonia, eligiendo él mismo a las dos bandas que los acompañarán
sobre el escenario.
La gente del metal es entendida, gurús y devotos a un tiempo, custodios del legado
que atesoran, y tal como encuentro la terraza del bar al llegar, se ciñen al tópico: son
grandes bebedores de cerveza grupal. Qué gran familia, no es difícil llegar a saber
quiénes somos cada uno de los que estamos aquí. Todas las conversaciones
rememoran épocas gloriosas en La Capsa o en cualquier otro lugar o momento.
Detalles precisos, históricos, incluso técnicos o instrumentales, personales, de la
música, de los músicos, de la escena pasada, de la actual, pero también pronósticos,
vaticinios y presagios sobre la futura. Porque como ya hemos visto en otros circuitos,
salas como Razzmatazz o Salamandra, ya ha ocurrido el esperado cambio
generacional, que incluye a muchas féminas, y lo ha hecho para brotar entre las malas
hierbas y florecer.
Corremos a la sala porque ya han empezado puntuales los Atonement, la banda de
extrarradio de Barcelona, que encontramos bajo un mural de la montaña de los dioses
primordiales o los demonios rústicos, la mágica montaña de Thomas Mann, la del dios
Crom, listo para sentenciar el destino y la muerte de los hombres, la mitológica
montaña que nos recuerda la futilidad de la fuerza de nuestra existencia… Tema tras
tema, que acometen el vocalista de pecho descubierto y sus tres músicos con la
insistencia de Sísifo y el pulso incesante del sonido Venom fusionado con Eskorbuto,
en un thrash rabioso y pretendidamente terapéutico. Atonement invocan entre rayos
glaucos a la muerte y la destrucción. El frenesí hace que deban abortar un despegue
porque el bajista daba trago a una cerveza y no le esperaron. Pide calma y todos nos
sonreímos con la anécdota antes de que regrese la música. Observo al público, en un
principio hierático, no muestra con facilidad las emociones si siente vulnerabilidad,
pero la música es golpeadora y torsiona los primeros cuellos.
Tras un descanso salen los Cruz, hijos del respetado sonido sueco. Sonido death
old school influenciado fuertemente por el punk. Un sonido a los primeros Dismember
o Entombed con bases rítmicas veloces. La iluminación se agita, el cantante exige luz
roja, se baña el escenario del rojo de la sangre, percute la voz gutural
de martillo neumático. La cerveza tiene el característico sabor metálico del plasma.
Todos se agitan, ya están aquí, el aforo cumple las mejores expectativas. El público se
entrega al ritual musical del culto abisal impelidos por la energía del chainsaw
escandinavo.
Cae el telón. Visito la mesa de merchandising. Junto a las camisetas y los casettes de
Atonement, Benjamin, el guitarrista de Cruz, que tiene su propia compañía Inverted
Cross Audio, vende una selección de pedales de guitarra de su propia fabricación. Un
ejemplo más del savoir-faire metalero. Pero esto no es todo, Benjamín ha tocado con
un amplificador clon JCM 800 fabricado por él mismo… ¿Podéis creerlo? ¡Y qué
sonido!
Y por fin Decade of Aggression deshila los pasajes del gigante Slayer. Todos saben
del valor de cuidar estos auténticos himnos, cuando la banda de thrash metal
estadounidense fundada en 1981, la original, los que visitan el Sant Jordi Club el
próximo 18 de noviembre, lo hacen con las entradas agotadas y por última vez. Has
leído bien, por última vez.
Pero toda moneda también tiene su cruz. Alguien aprovecha un silencio entre
canciones para lanzar una crítica mordaz en forma de alarido a Decade of Aggression.
Para ese delicado hooligan de la verdad cuántica, chafador de ilusiones ajenas, algo
no marcha bien. El metal tiene sus fantasmas siempre, los que berrean a las cantantes
femeninas, los que piden droga lastimeramente entre la congregación, los
intransigentes, los jueces y verdugos, pero uno de los que hacen más daño a la
escena es el que tiene el nombre de “despotismo metalario”. ¿Quizás no era la voz del
cantante y bajista Toni idéntica a la del viejo Araya? ¿Esperaba este espectador gritón
a Jeff Hanneman, descanse en paz, arrebatando la guitarra de José? Aclaremos en
palabras del grupo en redes sociales algo honesto sobre ellos: “No somos una banda
de tributo a SLAYER, ni una banda de esas que se DISFRAZAN como los miembros
originales, ni intentamos clonar a Slayer, simplemente somos cuatro músicos con
ganas de versionar temas de SLAYER, porque crecimos con su música y somos fans
de la banda.” El que avisa no es traidor. Pues que quede claro, Decade of Aggression
ha llegado para hacernos disfrutar con ellos de su grupo de culto. ¡Cuánto os
necesitaremos después del 18 de noviembre!
En fin, hoy se nos ha revelado que La Capsa necesita incluir noches de metal en su
programación. La gente sabia y necesaria del espectro oscuro, o glauco, o rojo, ha
saboreado el caramelo local de la gloria underground, y necesitará creer que sus
derechos musicales serán cuidados en la que es también su sala, como ellos cumplen
con el arte de las musas, manteniendo bien cuidada su propia escena de casa.
Pero si una verdad sabe el fan de estas músicas, es que no hay definición para la
vehemencia del metal. La revelación llega cuando se siente por uno mismo.
\m/\m/
Luis J. Higueras
Foto Toni Filmmaker
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